Pablo M. Ballesteros / Madrid
El comisario europeo de Acción por el Clima y Energía, Miguel Arias Cañete, ha informado de que la Comisión Europea calcula que, si finalmente se aprueba la reducción de un 40% de las emisiones de CO2 en 2030, como refrendó ayer el Parlamento Europeo, se perderán 12.000 empleos en el sector vinculados a los motores de combustión, «si bien en el conjunto de la economía puede ser positivo».
Asimismo, en el IV Foro Nissan Movilidad Sostenible, Cañete ha señalado que Europa necesitaría 3,3 millones de puntos de carga públicos para poder dar servicio a todos los vehículos electrificados que harían falta. Por ejemplo, en España, de la actual necesidad de 220.000 cargadores se pasaría «a más de 300.000». Ahora hay 1.754.
El comisario también ha destacado que nuestro país tendría que ampliar notablemente sus ventas de eléctricos e híbridos enchufables. Así, los primeros deberían incrementar sus matriculaciones de las 4.000 de 2017 a 45.000 en 2030, mientras que el parque tendría que alcanzar unas dimensiones de 280.000, frente a los 10.000 actuales. Por su parte, los híbridos enchufables deberían aumentar de un mercado de 3.500 coches a 284.000 y una flota de dos millones, frente a los 7.000 actuales.
Por otro lado, el político ha pedido que se alcance un acuerdo de manera rápida para evitar que, con las elecciones de mayo de 2019, se retrase la tramitación de la normativa hasta 2020. En este sentido, la Comisión se reunirá con el Consejo Europeo (ministros del ramo de los diferentes estados) el próximo martes en Luxemburgo para avanzar en esta línea. No obstante, ha recordado que las opiniones están muy fragmentadas y Alemania aún no se ha posicionado.
Sin embargo, Cañete recuerda que cambiando el parque por electrificados no se soluciona el problema. A su juicio también hay que fomentar que la electricidad proceda de fuentes limpias. El objetivo, en este sentido, es que «el 80% proceda al 100% de fuentes renovables, entre un 12% y un 14% de generación nuclear y el resto de gases renovables».
El responsable europeo ha recordado que el transporte tiene que incrementar su aportación en la reducción de CO2 porque, mientras que entre 1990 y 2017 las emisiones en conjunto en el continente han bajado un 22%, las del transporte terrestre han subido un 20% en este periodo.
