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Nissan no pierde la fe en Rusia y celebra el 10º aniversario de San Petersburgo con el lanzamiento del Murano

Pablo M. Ballesteros / San Petersburgo (Rusia)

En una época económica en la que Rusia afronta, al menos una triple crisis con la caída del rublo, el descenso del precio del petróleo y con las sanciones impuestas por el conflicto con Ucrania, Nissan celebra el décimo aniversario de su implantación en la segunda ciudad del país con el lanzamiento del nuevo Murano.

Nissan San Petersburgo 625

Pablo M. Ballesteros / San Petersburgo (Rusia)

En una época económica en la que Rusia afronta, al menos una triple crisis con la caída del rublo, el descenso del precio del petróleo y con las sanciones impuestas por el conflicto con Ucrania, Nissan celebra el décimo aniversario de su implantación en la segunda ciudad del país con el lanzamiento del nuevo Murano.

Este modelo, que se comercializa en Rusia, Estados Unidos y China, en principio, no llegará al mercado occidental, aunque el máximo responsable de producción de Nissan en Europa, Colin Lawther, no lo descarta tajantemente. Es más, él, personalmente, no coincide en el motivo para que no se venda en otros mercados, ya que considera que no es demasiado grande. El tamaño es lo que inicialmente ha alejado al Murano de España, por ejemplo.

Respecto a Rusia, la marca japonesa tenía dos opciones, tomar el camino de General Motors e irse o reforzar la apuesta y esperar que amaine el temporal. En caso de que la tormenta no dure mucho, Rusia es un mercado muy apetecible con posibilidad de alcanzar los tres millones de ventas anuales como ya ha ocurrido en el pasado y que, cuenta con un potencial enorme porque es una sociedad que no está muy motorizada, con una tasa de 225 coches por cada mil habitantes (hay que tener en cuenta la diferencia entre las grandes ciudades y las pequeñas).

En este sentido, el volumen de renovación del parque en burgos como San Petersburgo podría generar envidia hasta en países como España, ya que los vehículos que circulan por la ciudad, creada por el zar Pedro el Grande en el siglo XVIII, son bastante modernos y con alto porcentaje de modelos premium. De hecho, los viejos Lada no son comunes en las carreteras de la ciudad y, curiosamente sólo la Policía los usa mayoritariamente.

Hace diez cursos, en esta época del año en la que en esta urbe, próxima a la frontera con Finlandia, el día dura casi 19 horas –y la noche, cinco– en un fenómeno que se conoce como las noches blancas ya que el cielo mantiene la claridad prácticamente durante las 24 horas del día, Nissan y el Gobierno de San Petersburgo firmaron un memorando de entendimiento para la instalación de esta fábrica.

Ante los ojos de Putin

Tres ejercicios más tarde, en junio de 2009, el consejero delegado de Nissan, Carlos Ghosn, inauguraba la planta con el lanzamiento del Teana, en una ceremonia a la que no faltó el presidente de Rusia, Vladimir Putin. En estos siete años, en total, en San Petersburgo se han fabricado 230.000 coches. De ellos, 33.000 salieron de la cadena de montaje en 2015, a pesar de que la capacidad productiva es de 100.000 unidades –inicialmente podía producir 50.000, pero con las inversiones de diciembre de 2014, se duplicó–.

A día de hoy en este centro productivo trabajan alrededor de 1.700 personas, con una media de edad de 29 años, a un turno. El salario promedio de la plantilla, que cuenta con un 17% de mujeres, es de unos 700 euros al mes en una fábrica en la que se producen el X-Trail, Qashqai, Pathfinder y el nuevo Murano.

Uno de los aspectos que más sorprende es la escasa robotización de la fábrica, en la que la mayoría de trabajos se hacen a mano, incluida la soldadura de muchas piezas. También el traslado de piezas y de carrocerías se hacen montadas en carros (en las que caben seis puertas o treinta chapas de capó) que son empujadas por operarios.

A pesar de la situación actual en Rusia en la que el mercado de automóviles ha caído 18 meses consecutivos, Nissan confía en esta fábrica y en este país y cree que en menos de diez años va a ser uno de los lugares clave, e incluso llegar a ser el mercado más grande de Europa.

El director de la fábrica de San Petersburgo, Dmitry Mikhailov, aunque no hace previsiones a corto plazo, cree que su factoría tiene potencial para exportar fuera de Rusia una vez que termine de arrancar su actividad. El primer paso sería proveer vehículos a las antiguas repúblicas soviéticas, para luego llegar a Europa central.

Ante la posibilidad de que el mercado ruso despegue y San Petersburgo no pueda surtir a su propio mercado y al extranjero, Mikhailov recuerda que en el espacio que ocupa el centro productivo, Nissan podría hacer una segunda Sunderland (fábrica de Inglaterra) y producir 600.000 coches al año.

Objetivo: Relocalizar piezas en Rusia

Uno de los principales objetivos para la producción de la Alianza Renault-Nissan en Rusia (además de San Petersburgo hay que sumar Togliatti y Izhevsk, donde trabajan con AvtoVAZ) es atraer a los productores de piezas a Rusia ya que en la actualidad se emplean un 63,8% de los componentes locales, cuando la media de la Alianza es de 83,8%.

Este aspecto haría más eficiente la actividad en Rusia, sobre todo, en un momento en el que el rublo ha caído y comprar fuera del país encarece mucho la producción, motivo por el cual Opel abandonó Rusia. La depreciación del rublo también fue el responsable de que Nissan dejara de comercializar el Juke en esta región. Al importarse de Inglaterra, el precio del vehículo se había doblado, en comparación con el inicio de, por lo que había dejado de ser atractivo para los clientes rusos.

Ése es uno de los motivos por los que Nissan insiste en producir localmente para abastecer este mercado. Un país en el que confía plenamente y en el que cree que es clave mantener la presencia industrial para conseguir la lealtad de los rusos.

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