«Luchar contra el cambio climático y lograr la transición hacia la energía renovable no será posible sin el hidrógeno». Así lo afirmaba Euisun Chung, el consejero delegado de Hyundai, uno de los dos fabricantes que más está apostando por este tipo de propulsión.
A principios de septiembre, su marca desveló que introduciría en 2023 la tercera generación de su pila de combustible, más pequeña, potente y duradera que su versión actual de 95 kW, que usa el Nexo. Las nuevas vendrán en dos configuraciones: 100 y 200 kW.
En la presentación de su ofensiva, llamada Hydrogen Wave, Chung afirmó que alcanzarían la paridad de precios con los vehículos eléctricos en 2030 y que para entonces ya contarán con una versión impulsada por la molécula en todos los segmentos —hoy solo tienen un turismo, el Nexo, y un camión, el Xcient—, comenzando por un tractor y por el sucesor del SUV en 2023. Sin embargo, en donde más sentido cobran estos motores es en los vehículos comerciales, ya que el peso de la batería y su tiempo de recarga son factores que afectan considerablemente su rendimiento. Para 2028, Hyundai estima que toda su gama utilitaria ya tenga disponible la tecnología. A sus otras marcas, Kia y Genesis, les llegará en 2025.
El mayor problema al que se enfrenta la pila de combustible es su alto coste de desarrollo y fabricación, por no contar con una infraestructura de suministro prácticamente nula. Aunque el fabricante coreano pretenda producir 500.000 unidades hasta 2030, desde la introducción de su primer modelo de hidrógeno, el Tucson Fuel Cell en 2013, solo han matriculado 19.433 vehículos en todo el mundo.
La segunda marca que ve un futuro brillante en esta propulsión es Toyota. La japonesa comparte la visión de priorizar a los camiones y anunció que usaría la planta de Georgetown (EEUU) para producir pilas de combustible a partir de 2023, destinadas al transporte industrial. Más que centrarse únicamente en carretera, están estudiando su aplicación en toros mecánicos, autobuses, trenes y aviones. Según su presidente, Akio Toyoda, su equipo de I+D está trabajando en un propulsor térmico de hidrógeno.
Desde la introducción de su primer modelo que usa el gas, el Mirai en 2014, Toyota ha vendido 16.200 vehículos de este tipo.
Bosch y Nikola se unen
Otro gigante que está haciendo avances en este combustible es Bosch —que está explorando su uso en otras aplicaciones, como calefacción para viviendas—. A menudo, opera a través de licencias con fabricantes de automoción para producir sus piezas.
Es el caso de la nueva joint-venture que han firmado con Nikola, la startup de camiones eléctricos, para proveerles de los componentes necesarios para ensamblar los sistemas en la fábrica de la americana en Coolidge, Arizona.
