Hasta ahora, la mayoría de métodos de medición de la contaminación del aire se centran en el NOx y las partículas PM10 (provenientes de polvo, cenizas, hollín, metal, cemento o polen). Sin embargo, el Think Tank Movilidad, que fue creado el año pasado por diferentes expertos del sector académico e industrial, ha reseñado en las conclusiones de su estudio La Movilidad en áreas metropolitanas: Un desafío permanente, que debe avanzarse en la incorporación de medidas encaminadas a reducir las partículas PM2,5 (mucho más pequeñas), ya que se considera que resultan muy peligrosas para la salud de los habitantes de las grandes ciudades.
Este tipo de contaminantes microscópicos (son 100 veces más delgados que un cabello humano) están compuestos por materiales diferentes a los de las PM10, y provienen principalmente de las emisiones de los vehículos diesel.
Por otro lado, esta organización, que nació a principios de 2018 de mano de la Fundación Corell, remarca que los Ayuntamientos eviten mezclar medidas destinadas a mejorar la calidad del aire (orientadas al corto plazo), y las que se centran en la lucha contra el cambio climático (largo plazo). Como ejemplo de buen hacer en este sentido, destacan la Oficina Española de Cambio Climático, dependiente de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente, y solicitan que se consolide el modelo con la creación de un organismo público que dirija los Planes de la Calidad del Aire de todas las localidades españolas que se redacten en el futuro.
El mayor problema que el Think Tank encuentra en los textos regulatorios actuales como los que rigen Madrid Central o la Zona de Bajas Emisiones de Barcelona, es que los planteamientos urbanos “no tienen en cuenta que, cuando una medida expulsa a un vehículo de la ciudad por ser muy contaminante, este tiende a ser empleado en los municipios periféricos, pero no deja de utilizarse”.
La movilidad urbana, clave
Asimismo, la escuela de pensamiento entra a valorar las nuevas formas de movilidad dentro de las ciudades, como los patinetes eléctricos, los servicios de bicisharing, o incluso los VTC.
En principio, estiman necesaria una regulación propia para los vehículos de movilidad personal (VMP) que “se centre en velar por la seguridad de las personas”, para lo cual proponen una reasignación del espacio viario, y la protección de ciertas zonas reservadas únicamente para el peatón.
Por su parte, en relación a los servicios de alquiler de conductor como los que ofrecen Uber o Cabify, señalan que deberá reforzarse la normativa existente, aunque solicitan que se amplíe con algunas medidas de control, principalmente centradas en la reducción de las emisiones.
Además, la formación destaca las “modalidades de compartición de vehículo entre particulares”, para las que piden a las instituciones que se cree una regulación específica (inexistente por el momento), y que se intensifique la promoción de su uso y difusión.
