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Audi R8 V10 Performance, instrucciones para disfrutar

En lo alto de la cadena alimenticia de los cuatro aros de Ingolstadt se encuentra el R8. Un superdeportivo que lleva al extremo lo que representa la marca. Prestaciones. Calidad. Atención al detalle. Modernidad. Es, en gran medida, lo mejor que tiene para ofrecer el Grupo Volkswagen fuera de sus marcas superpremium Bentley o Lamborghini. De hecho, no. Es lo mejor que tiene que ofrecer el Grupo Volkswagen, ya que comparte plataforma y motor con su primo de Sant’Agata, el Lamborghini Huracán.

Audi Jerez625

El Audi R8 V10 Performance es más que un facelift para el superdeportivo alemán. Si bien el motor de diez cilindros ha cumplido diez años desde su introducción, y ahora han introducido mejoras en el chasis y la suspensión de modo que comparte aún más piezas (la mitad de ellas, concretamente) con sus hermanos LMS, las versiones de producción que corren en las 24 Horas de Le Mans. Los ingenieros de Audi Sport han afinado más si cabe las suspensiones, para hacer que toda superficie sea transmitida con precisión a las manos del conductor, que necesita ser muy avezado para poder exprimir todo el potencial que esta máquina tiene para ofrecer.

Por ello, la marca alemana tiene, dentro de sus cursos de conducción, el Sportscar Experience: una jornada en circuitos en los que instructores de Audi Sport enseñan a sus clientes a conducir sus modelos más potentes. La instrucción es una iniciativa de la central en Ingolstadt, que pone al servicio de las filiales de los diferentes países varias unidades de prueba y unos estándares que deben seguir. Otras modalidades son cursos de conducción en nieve, maniobras o recorridos off-road con la gama Q.

En el caso de la versión más deportiva, la premisa es sencilla: seguir a un piloto profesional mientras este va corrigiendo los fallos de los alumnos y aumentar el ritmo con cada vuelta.

Y es que el R8 V10 Performance prácticamente requiere supervisión. Los 10 cilindros situados a la espalda del conductor —pero entre ambos ejes— albergan 620 CV atmosféricos capaces de propulsar sus menos de 1.600 kilos de 0 a 100 en 3,1 segundos. El rugido dentro de la cabina es ensordecedor e hipnótico. La entrega de potencia es inmediata y no para hasta que llega al corte de 8.000 revoluciones, evento que ocurre con rapidez.

A pesar de sus cifras impresionantes, el R8 es una herramienta de precisión. Todo debe hacerse de forma progresiva y calculada, pues cualquier brusquedad es recibida con brío por parte del coche, ya sea en la dirección o en cualquiera de los pedales. El trabajo de la tracción quattro hace que el agarre de los neumáticos Pirelli P Zero se pueda poner realmente a prueba en los pasos por curva, aunque sin perder el control.

Respecto a la versión anterior, además de los ajustes dinámicos, se ha remodelado el paragolpes frontal para hacerlo más aerodinámico y se han actualizado elementos del interior, un ejemplo de ello siendo el botón que regulaba el sonido del tubo de escape, que ahora depende del modo de conducción que se seleccione. El precio de la versión Performance es de 224.000 euros.

Juan Roig Valor / Jerez de la Frontera

 

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